Viajando por el mundo es complicado sentirse como en casa, pero desde que cenamos en el Ribice i tri točkice hace tres veranos se ha convertido en uno de esos sitios especiales. Así que cada vez que he vuelto a Zagreb y aunque sólo fuese por unas horas, no ha faltado la visita a este restaurante.
Son varias las razones para volver, pero el trato de sus camareros y en especial de Tomica, que trabajó en España y habla perfectamente castellano, es uno de los grandes motivos para regresar. Como también lo son la calidad de su pescado fresco, la variedad de su carta, la colorida decoración o su privilegiada situación en pleno centro de Zagreb.
Opuesto a la estatua de Nikola Tesla, en la esquina que forman las calles Nikole Tesle y Petra Preradovića, hay otro restaurante de pescado. Pero el que nos ocupa se encuentra justo encima, en la primera planta del edificio; y nada más cruzar la puerta y empezar a subir las escaleras, puedes sentir el olor a mar.
Una vez dentro lo mejor es dejarse aconsejar por los camareros a la hora de elegir el plato principal, ya que dependiendo del día y la temporada cambia el tipo de pescado disponible. Desde los pequeños y tradicionales gavuni, hasta la más conocida dorada, que es siempre un gran acierto.
Pero si tengo que recomendar algo son los calamares rebozados, un plato espectacular acompañado de limón y salsa tártara que es ideal para compartir como entrante.
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